Qué es la Noche del Destino, crucial en la vida de cada musulmán

Millones de musulmanes participan en este ritual en el mes de Ramadán.

Con largas plegarias hasta la madrugada, los iraníes más devotos celebran las populares Noches de Qadr o del Destino durante el mes sagrado de ramadán, en las que ruegan a Dios que les determine un futuro que coincida con sus deseos.

Este martes es la última de estas tres noches mágicas en las que, según los textos islámicos, Alá reveló el Corán al profeta Mahoma y los ángeles y el espíritu descienden a la Tierra.

Dios concede, además, los deseos expresados durante los rezos y perdona de modo extraordinario los pecados, lo que otorga gran importancia a estas noches para los creyentes.

Según la creencia de la rama chií del islam, "Lailat al Qadr", en árabe, o "Shab-e Qadr", en farsi, son tres noches entre los días 18 y 22 del mes de ayuno musulmán, que este año tienen lugar entre el 24 y 28 de mayo.

Como es habitual en las celebraciones religiosas del islam, hay ciertas diferencias entre chiíes y suníes. Estos últimos celebran solo una noche y suele ser el día 26 del mes de ramadán.

Durante las noches que determinan el destino de todo el año, los creyentes iraníes, con la intención de acercarse a Dios, practican el llamado "ghosl", que es un lavado completo del cuerpo determinado en la jurisprudencia islámica.

A continuación, se reúnen en las mezquitas y pasan la noche en vela entre oraciones y cantos religiosos, que en varias ocasiones realizan colocándose el Corán sobre la cabeza, un gesto típico de las Noches de Qadr.

En la plaza de Chizar, en el norte de Teherán, donde se encuentra el famoso santuario de Ali Akbar, se congrega una multitud de hombres y mujeres de diferentes edades, vestidos de negro a partir de las 8 de la tarde y hasta pasadas las 2 de la madrugada.

El responsable de seguridad de la cofradía del mausoleo, Frahad Hadadian, explicó a Efe que "todos los años es una ceremonia multitudinaria" y que en concreto, en la noche del domingo, vinieron entre 17,000 y 18,000 personas.

Dentro del santuario, la cofradía de Hadadian sirve un "eftarí" (comida con la que se rompe el ayuno de ramadán) para unas 1,200 personas, que primero llevan a cabo el rezo.

En las estrechas calles que lo rodean, los creyentes se aglomeran sobre alfombrillas en el suelo, mirando hacia la cúpula verde del mausoleo y hacia las pantallas y altavoces que retransmiten el discurso del clérigo.

"La fe en esta ceremonia es muy grande. Hay jóvenes que quizás a otras no asisten, pero vienen a las Noches de Qadr y piden su deseo debido al vínculo que tienen con Dios y con el imán Ali", subrayó Hadadian.

Para los chiíes, estos días tienen también otro elemento relevante. El día 19 de ramadán fue herido el primero de sus imanes, Ali, quien falleció dos días después, empañando las ceremonias de dolor.

Por ello, en el barrio de Chizar, cuyas calles de acceso al mausoleo son cortadas por las fuerzas de seguridad debido a la gran afluencia de gente, se cuelgan asimismo imágenes de "mártires" y, en el santuario, telas negras.

A los rezos se suman por ello también los llantos y los golpes en el pecho, que solo paran en algunos instantes en señal de respeto al imán que el clérigo está nombrando en su discurso.

Los creyentes reparten, además, té y zumos en casetas que se montan en las calles en cada ceremonia de luto, y suelen hacer donaciones para los más pobres en las Noches de Qadr.

Uno de los asistentes a la ceremonia, Hamed Qanbarí, dijo a Efe que viene a pedir "la bendición" de Dios y que estas noches son "como un símbolo", que describió como "una lámpara en la oscuridad para que el ser humano pueda encontrar su ruta y no perderla".

"Si uno pierde su camino y ve una luz, al igual que cuando está en el medio de un desierto o de una llanura, se le crea una esperanza en el corazón para moverse hacia esa lámpara", remarcó este devoto en la treintena.

En la ceremonia, los musulmanes le piden perdón a Dios por los pecados cometidos, un acto denominado "toube", en el que prometen no volver a repetir ese pecado y sentir el arrepentimiento en el fondo de su corazón.

Casi todas las celebraciones públicas de Irán son de carácter religioso y de luto, por lo que la población se viste de negro y engalana los lugares de culto con ese color, dando a las ciudades una imagen de tristeza.

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