Día de Muertos en México: millones celebran a sus difuntos

En México, muchos recordarán además a las víctimas del terremoto de septiembre.

Millones de mexicanos se aprestan a celebrar el Día de Muertos, con sus altares en recuerdo a los seres queridos que han fallecido y las visitas a los cementerios, donde en algunas partes del país se realizan verdaderas fiestas en honor de los que partieron, con mariachi, comidas y tragos.

El martes 1 de noviembre se recuerda a los niños que han muerto y el 2 de noviembre, a los adultos.

Es que en México, la vida y la muerte corren muy cerca una de otra, tal lo establecido por la tradición prehispánica. Pero este año, el Día de Muertos adquitió un cariz especial ya que muchos recordarán también a las víctimas del terremoto del pasado 19 de septiembre.

“Va a ser difícil porque todo es muy reciente, pero a fin de cuentas es hacerles un tributo”, explicó Carlos Luz, vecino de uno de los bloques. “Las personas que perdieron a alguien están ilusionadas”, agregó.

“Es nuestra cultura, es para convivir con los que se fueron”, añadió Higinio Sotre, quien vivía en el edificio que colapsó.

Junto a las coronas de flores que se instalaron tras el sismo en un muro lleno de manos pintadas se colocarán altares de varios niveles, como dicta la tradición, con lo que cada persona quiera y pueda aportar. El 31 por la noche se velará a los niños difuntos y el 1 de noviembre a los adultos.

Además de las ofrendas oficiales que también rinden tributo a las víctimas y rescatistas del sismo -como la de la plaza central- en la Ciudad de México se han multiplicado los pequeños altares que surgen de forma espontánea.

El naranja del cempasúchil, la flor tradicional de los muertos, brota entre los escombros junto a velas y mensajes que en algunos lugares, como cerca de la escuela destruida al sur de la capital, se instalaron días después del terremoto.

Frente al edificio de la acomodada avenida Álvaro Obregón, donde murieron más de 40 personas, desde el fin de semana hay una sencilla ofrenda hecha con papel picado de colores que cuelga de árbol a árbol.

En los barrios humildes y de mayor población indígena la tradición es más arraigada.

San Gregorio Atlapulco en Xochimilco, al sur de la Ciudad de México, resultó muy dañado en el sismo. El panteón de la comunidad es uno de los más delicadamente decorados y visitados en esta fecha. Este año hay menos dinero para las ofrendas, que generalmente están compuestas de elaborados y costosos guisos.

“Todo el mundo está triste, sus vidas están destruidas”, dijo el párroco del lugar Francisco Efrén Castellanos. Muchos vecinos esperan informes técnicos que les confirmen si pueden reconstruir sus casas o deben dejar el pueblo. Sin embargo, agregó el sacerdote, esta fiesta es importante para todos. “Este año hay más empeño, aunque sea con tortillas y frijoles”, dijo.

Lo mismo piensan muchos habitantes de estados como Oaxaca, Morelos, Guerrero o Puebla que también sufrieron las consecuencias del terremoto y donde miles de personas siguen sin hogar.

Flores no ha podido recuperar nada de su casa pero quiere que el altar de Ximena y Julián tenga un peluche. “Les encantaban, siempre se pegaban por ellos”.

Mientras tanto, en Pátzcuaro, estado de Michoacán, el cementerio albergará a cientos de visitantes en la noche, quienes llegarán a las tumbas de sus seres queridos fallecidos y los honrarán con la comida que gustaban, su música favorita y los tragos que solían tomar, entre otras cosas.

El cementerio parece cobrar vida en Pátzcuaro.

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