Después de tres semanas de recorrido hubo tiempo de relajarse y jugar “una cascarita”.
"Aprovechamos para divertirnos un poco y quitarnos un poco el estrés por el viaje, la caminada", dice César, un hondureño que llegó al albergue del estadio Jesús Martinez "Palillo" para no olvidar que su sueño es ser futbolista.
Sin embargo, ahora su prioridad es llegar a Virginia, Estados Unidos, para conseguir trabajo y ayudar a su madre invidente.
"Me gustaría llegar allá y poder expresarme jugando allá para demostrar el talento que uno tiene", dice César.
Él es solo uno de los migrantes que ahora están en Ciudad de México, donde el gobierno local dispuso atención médica, psicológica, alimento y cobijo.
"Estamos haciendo lo que dice la ley. La ley señala que Ciudad de México es una ciudad hospitalaria, así que es lo que vamos a hacer, cumplir con la ley", dice Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Gobierno de la administración local en transición.
Eunice, de Guatemala, se formó para pedir zapatos. Ella afirma que a pesar del sufrimiento, salir de su país fue lo mejor que pudo pasarle.
"Vamos hacia adelante a trabajar duro y trabajar honradamente", dice Eunice.
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Todos están visiblemente cansados. Se acomodaron entre las gradas y en el piso, pero al menos se bañaron y lavaron su ropa con agua limpia.
"Ya refrescante; bastante calor y anoche frío", dice Manuel de Jesús, ciudadano de El Salvador.
Dicen que el paso por la capital mexicana es temporal. Son al menos 2,000 los que han llegado después de una larga travesía a descansar bao una carpa.
"Vamos para Estados Unidos", dice Sofi, una pequeña que sabe muy bien su destino, pese a que sus padres desconocen si lograrán llegar a la frontera norte.
"La misión es llegar a donde Dios nos diga", dice uno de los migrantes.
Todavía no tienen fecha para salir de Ciudad de México, porque esperan que este sea el punto de reunión para más de 5,000 migrantes que se desplazan por distintas partes del país.
